Sondaje nasogástrico y sondaje uretral

Se trata de dos modalidades de sondaje empleadas con mucha frecuencia en la práctica clínica habitual. Es indispensable para el personal sanitario familiarizarse con sus indicaciones, contraindicaciones y método de realización.

Sondaje nasogastrico y sondaje uretral
Foto cortesía de California Environmental Protection Agency

Sondaje Nasogástrico

Este tipo de sondaje consiste en introducir un tubo lubricado por el suelo de la fosa nasal y la pared posterior de la orofaringe. Esta indicado para la descompresión en casos de íleo intestinal o retención gástrica (para remover aire y secreciones), también para prevenir la aspiración cuando existe intubación endotraqueal con ventilación mecánica, para administrar medicación o alimentos, y para hacer lavados y controlar el sangrado en hemorragias gastrointestinales.

Para su realización nos podemos ayudar de la administración de fenilefrina (evita sangrado nasal al provocar vasoconstricción), y lidocaína al 4% para anestesia tópica. Se mide la longitud del tubo antes de introducirlo, tomando como referencia la distancia entre nariz, ángulo de la mandíbula y apófisis xifoides.
A medida que se introduce el tubo, llega un momento en que se provocan náuseas o se tropieza con la epiglotis, y entonces resulta útil dar de beber un sorbo de agua , aprovechando para empujar el cateter hasta la longitud predeterminada.

La colocación será correcta si al introducir aire se oye un burbujeo al auscultar el epigastrio, y también si se obtiene contenido gástrico al succionar. Las pruebas de imágen confirman la localización.
Este sondaje está contraindicado en caso de traumatismo maxilofacial o anormalidades esofágicas, aunque las varices esofágicas no suelen ser un obstáculo. Las complicaciones más importantes que pueden aparecer son la perforación esofágica, la aspiración, el neumotórax y rara vez la perforación intracraneal.

Sondaje uretral

Consiste en la inserción de una sonda por la uretra hasta la vejiga urinaria para facilitar la salida de orina. Esta indicado con fines tanto diagnósticos (obtener muestra de orina no contaminada para analizar, medir el volumen residual de orina tras la micción, introducir contraste para técnicas radiológicas, monitorizar el flujo urinario en pacientes críticos) como terapéuticos (drenaje urinario en pacientes con retención aguda o crónica, introducir fármacos, irrigar la vejiga y extraer sangre y coágulos).

Esta contraindicado en traumatismos o fracturas pélvicas donde haya lesión uretral confirmada o se sospeche. Los signos de lesión uretral son: Presencia de sangre en el meato urinario, gran hematuria (abundante sangre en orina), elevación de la próstata por tacto rectal y hematoma perineal.
Si hay sospecha de lesión, hay que realizar un examen rectal y genital, y en caso de ser necesaria, una uretrografía retrógrada.

Existe un riesgo potencial al sondar de que aparezca una infección o de provocar un traumatismo, por ello no debe ser usado en el tratamiento de la incontinencia urinaria, siendo preferentes en estos casos los métodos no invasivos.
Existen varios tipos de sonda, como las sondas simples, empleadas en sondajes intermitentes o de una sola vez (para obtener muestra de orina), y sondas de triple luz (para la irrigación vesical).

En la mujer, la sonda más empleada es la de Foley, de doble luz, punta recta y con un balón que se infla tras la inserción para mantener la posición correcta.
En hombres con agrandamiento prostático, se usan sondas de punta acodada o de calibre grueso (French 20-24).

En resumen, el sondaje uretral, si se lleva a cabo apropiadamente, es un procedimiento imprescindible con fines diagnósticos y terapéuticos, siendo obligado para el personal sanitario el dominio de la técnica y el conocimiento de sus riesgos y beneficios.