Angina e infarto de miocardio, ¿Cómo actuar ante el dolor torácico?

Angina de pecho e infarto de miocardio
Electrocardiograma anormal
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Hablamos de angina de pecho para referirnos al dolor que se produce por un defecto en el aporte de oxígeno al miocardio (músculo cardíaco).

Esto ocurre porque se ve afectado el flujo de las arterias coronarias que llevan la sangre al músculo, por depósito de material graso y calcio en la pared arterial, o bien espasmo (o ambas cosas a la vez). Se trata de un dolor de poca duración, por lo general minutos, y que suele desaparecer al guardar reposo o con la administración de nitroglicerina sublingual.

Su aparición se relaciona con los esfuerzos, la actividad física y el nerviosismo o la ansiedad. También se ve fomentado por las comidas copiosas, y a veces incluso aparece en reposo.
El dolor se caracteriza por su carácter sordo y angustioso. El déficit de oxígeno dura poco tiempo y no se llega a producir lesión.

El control es relativamente fácil con las medidas indicadas, y el flujo de sangre no llega a estar anulado por completo, aunque es cada vez menor. El paciente con angina avanzada es candidato a sufrir infarto de miocardio.

En el infarto, la arteria sí queda completamente obstruida durante un tiempo mayor, principalmente por la formación de un coágulo. Al no recibir suficiente oxígeno el miocardio, se produce la muerte del tejido (necrosis). El infarto puede estar precedido por episodios de angina o no. El dolor en el infarto es más intenso, de mayor duración y no cede con el reposo.

Para evitar la muerte del músculo, los fármacos fibrinolíticos actuan sobre el coágulo para hacerlo desaparecer en la medida de lo posible. El tiempo es fundamental, porque cuanto más rápido se actúe menos secuelas se producirán. Dependiendo del miocardio afecto quedará mayor o menor compromiso funcional.

Existen otras técnicas para abrir el vaso obstruido, realizadas en el medio hospitalario, como el cateterismo (con fines diagnósticos y terapéuticos) que permite visualizar la coronaria afectada, aspirar el trombo, y en caso necesario colocar estructuras para abrir la luz del vaso (se denominan stents) que pueden liberar fármacos vasoactivos.

El electrocardiograma permite valorar una serie de cambios eléctricos en el corazón, que orientan sobre la naturaleza y localización del proceso. Al mismo tiempo, la liberación de enzimas (pasadas unas horas) detectadas en la analítica de sangre, permiten confirmar la afectación del miocardio.

El dolor torácico constituye un signo de alerta. Suele localizarse en la zona anterior y central del pecho. Tiene carácter opresivo y se asocia a sensación de quemazón interna. Puede irradiarse hacia espalda,cuello, mandíbula, hombros y brazos. También se presentan en ocasiones síntomas vegetativos acompañantes: Sudoración, falta de aire, mareos o vómitos, e incluso pérdida de conciencia (síncope).

Las presentaciones atípicas que afectan a mandíbula, brazos o estómago pueden confundirse con dolores articulares, gástricos o dentales. En pacientes diabéticos es posible que no aparezca el dolor principal del pecho. Es importante acudir siempre al médico de cabecera aunque el dolor sea transitorio y ceda espontáneamente.

Forma de actuar ante dolor torácico

  1. Sentarse y tranquilizarse. Dejar la actividad física que se esté realizando
  2. Es importante quedarse con la hora de inicio de las molestias
  3. Usar nitroglicerina de administración sublingual o en spray
  4. Si no desaparece el dolor tomar nuevo comprimido en 5-10 minutos. Y si es necesario un tercero
  5. Si aun así no desaparece, tomar media pastilla de AAS (Ácido acetilsalicílico) si no existe alergia. Y llamar a los servicios de emergencias
  6. No debe esperar más de 20 minutos desde la aparición del dolor