Importancia para la salud emocional de mantener vivo al niño interior

La capacidad de asombro, la imaginación, la inocencia, etc., son virtudes propias de la infancia que serían muy buenas para el desarrollo personal si se mantuvieran en la adultez

Mantener vivo al niño interior

Cuando se habla de mantener vivo al niño interno, al niño que todos fuimos alguna vez, se hace referencia a aquellas virtudes características de la infancia como la inocencia, la capacidad de asombro, la imaginación, etc., que se pierden al crecer. Este tipo de virtudes son las que hacen al niño feliz, pleno, por el mero hecho de estar vivo, sin importar lo que tiene o lo que no.

Por ello, mantener vivas esas características propias de la niñez puede ser positivo en la edad adulta para vivir con mayor plenitud y tener una mejor salud emocional.

1

Inocencia

La inocencia es una virtud propia de la infancia y también se va a perdiendo con la edad. Los niños en su inocencia creen en todo aquello que ven, piensan siempre bien de los demás y eso les permite vivir sus experiencias sin prejuicios previos. Los adultos por el contrario, tienden siempre primero a prejuzgar a pensar mal de los demás, aún sin conocerlos y sin tener ningún elemento para ello.

2

Capacidad de asombro

Esta es una característica propia de la niñez. Los niños se sorprenden cada día con lo que van descubriendo del mundo que los rodea. Pero a medida que crecen van perdiendo esa capacidad, las cosas se van naturalizando, volviendo parte de la vida cotidiana y en medio de la vorágine de la vida moderna prácticamente no hay lugar para el asombro. El estimular esta capacidad es fundamental para vivir más plenamente nuevas experiencias y no dar por descontado que nada podrá sorprendernos.

3

Capacidad de olvidar y perdonar

Esta es otra característica muy distintiva de la niñez. Ellos pueden pelear con otro amigo y al instante haber olvidado el asunto y estar jugando nuevamente juntos y el perdón es sincero. EN cambio los adultos pierden esta capacidad y se vuelven rencorosos, sin darse cuenta de que el rencor, la sed de venganza corroe por dentro y no es nada positiva. En el mundo adulto la frase yo perdono pero no olvido parece ser algo de lo cual enorgullecerse. Y si bien hay cosas que es importante no olvidar, hay otras tan intrascendentes que es mejor hacer a un lado para poder avanzar y no quedarse anclados en un rencor sin sentido.

4

Falta de prejuicios

Los niños al no contar con experiencias previas o información anterior, no prejuzgan al diferente. Si bien pueden llegar a ser muy frontales con diferencias físicas como el color de la piel, no las cargan con valoraciones negativas. Estos prejuicios que van poblando la mente de las personas a medida que crecen, producto de la contaminación social, impiden que se pueda conocer al otro por quien realmente es en vez de por lo que aparenta ser.

5

Sinceridad

La sinceridad y honestidad son virtudes propias de los niños. Ellos dicen lo que piensan siendo muy auténticos al hacerlo. Carecen de hipocresía y esto también se va perdiendo con la edad. Los adultos pocas veces hablan con sinceridad, porque suelen estar influidos por la cultura, costumbres, normas sociales, prejuicios, etc., que les impiden ser totalmente honestos la mayoría de las veces.

6

Confianza

Los niños creen totalmente en lo que les dicen los demás, ya sea sus amiguitos, sus padres, maestros, etc. Jamás ponen en duda, ni en tela de juicio lo que escuchan. Los adultos por el contrario, todo lo analizan, cuestionan, dudan. Si bien el tener la capacidad de analizar y de no creer ciegamente en todo, es parte del ser adulto; esto viene junto con una desconfianza que lleva a un escepticismo extremo muchas veces. Al no creer en nada, al desconfiar de todo, al creer tener la verdad y no aceptar otras verdades.

7

Espontaneidad

Los niños son espontáneos, actúan con naturalidad, sin temor al ridículo. Lo cual se va perdiendo con la edad, también por influencia de los mandatos sociales, por el qué dirán, etc. Esto hace que los adultos muchas veces no hagan o digan lo que realmente quieren o sientes por temor a la censura social.

8

Capacidad innata de entretenimiento

Los niños tienen la capacidad innata de entretenerse casi con cualquier cosa en cualquier momento y lugar. Cuantas veces se ha escuchado que el mejor juguete para un niño no es el más caro de la juguetería, sino que puede ser una caja de cartón, una lata, un palo, etc. Mientras que los adultos siempre necesitan de algún estímulo externo para que los entretenga como ser el juego de azar, la televisión, computadora, vicios, etc. Siempre cosas que mantienen a la persona sedentaria, en las que se involucra poco el cuerpo y que generalmente a la larga conducen a conductas adictivas o poco saludables.

9

Imaginación

La imaginación es otra característica muy distintiva de la niñez. Ellos pueden crear un mundo de fantasía con muy poco; una mesa puede transformarse en un auto, un ropero en un refugio y un jardín en una selva. Su imaginación y capacidad creativa es ilimitada. Con el paso de los años esa creatividad se va perdiendo, producto de las estructuras mentales que impiden imaginar sin límites. El practicar algún tipo de actividad artística puede ayudar para estimular esta virtud propia de los niños.

10

Entusiasmo

Para los niños cada día implica la posibilidad de una aventura, de un nuevo descubrimiento, de una experiencia novedosa. Por ello, cada mañana se despiertan con una sonrisa, salen muy de prisa de la cama y muchas veces ni se acuerdan de comer o ir al baño porque el entusiasmo por jugar no se los permite. En cambio a los adultos son muy pocas las cosas que los entusiasman. Si bien es entendible que hay una diferencia en la energía entre un niño y un adulto propia de la edad, la falta de entusiasmo nada tendía que ver con la edad, sino más bien con la actitud ante la vida. Sería la diferencia entre vivir y sobrevivir.