Crujido en las rodillas

Sentir las rodillas rígidas o chasquidos con frecuencia son señales de que algo falla en esas articulaciones.

Chasquido en las rodillas

La rodilla es una de las articulaciones más grandes del cuerpo y una de las más complejas. Huesos, meniscos, ligamentos y tendones forman un perfecto engranaje que permite que la rodilla soporte casi todo el peso del cuerpo.

La doctora Mercè Torra, del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Mútua Terrassa en Barcelona hace la siguiente reflexión sobre el risgo de las rodillas:

“Debido a esta complejidad, y sobre todo a la presión y a la carga a la cual está sometida, es mucho más vulnerable a las lesiones”.

¿Qué indica el crujido de las rodillas?

Los crujidos sin dolor ocurren cuando se da una diferencia de presiones en los gases que forman parte del líquido sinovial, que sirve para lubricar las articulaciones y evitar el desgaste. La doctora Torra sostiene:

"Es un proceso natural, que no tiene por qué aumentar con la edad".

Lo que sí es cierto es que hay gente que es más propensa a los crujidos que otra; es frecuente que estos chasquidos se produzcan al mover la rodilla y forzarla un poco porque el movimiento ocasiona que esas pequeñas burbujas que contienen gas exploten, produciéndose el característico crujido. Pero no siempre es así, pues hay veces en que estos chasquidos pueden ser síntoma de que algo no anda bien en las rodillas.

Al respecto la especialista sostiene:

"Debemos preocuparnos si los crujidos son frecuentes y, sobre todo, si van acompañados de dolor, bloqueo y sensación de inestabilidad".

Cuando esto ocurre podemos estar ante luxaciones, roturas de menisco o desgaste articular y lo mejor es consultar con un médico.

Hábitos que protegen las articulaciones

Para evitar llegar a un punto de gravedad, se pueden tomar medidas sencillas como las siguientes:

Si te sobra peso, procura perderlo, pues cuando las rodillas empiezan a quejarse y la persona tiene cierto sobrepeso, es posible que el dolor se deba a un exceso de presión. Al respecto la doctora afirma:

"Se calcula que cada kilo de más supone unos 5 kg de presión extra en la rótula al subir y bajar escaleras".

Existen ciertas posturas que cuidan las rodillas, en palabras de la especialista Torra:

“Hay que controlar siempre la postura de las rodillas, sobre todo evitando flexionarlas excesivamente y durante mucho tiempo”.

Por ello es necesario no sobrepasar los 90° de flexión de la rodilla si se está sentado mucho tiempo. En caso de que hayas tenido un problema que te ha generado dolor en la zona, lo aconsejable es no doblarla más de 45°. Es también importante usar un reposapiés cuando los pies no llegan a tocar el suelo, de esta manera, las rodillas soportan menos presión.

Al hacer ejercicios también se deber ser muy cuidadoso, pues hay movimientos que en principio pueden ser beneficiosos para las rodillas porque contribuyen a reforzar su musculatura sin sobrecargar la articulación como caminar o andar en bicicleta, pero que al final pueden perjudicarlas si no se hacen de una manera correcta, por ejemplo, si el asiento de la bicicleta está demasiado bajo, esto obligará a doblar mucho la articulación.

Empujar las rodillas hacia atrás mucho rato mientras estás de pie con la articulación en extensión, también puede traer consigo trastornos como el quiste de Baker. En este caso, si no hay otra alteración detrás como daños en los meniscos o un esguince, este no suele ser doloroso y lo habitual es que con el tiempo acabe reabsorbiéndose, de lo contrario, los médicos tendrán que drenarlo y, en algunos casos, operarlo.

Para la doctora Torra, reforzar la musculatura de las rodillas es uno de los aspectos más importantes, teniendo en cuenta que:

“Son precisamente los músculos que rodean esa zona (cuádriceps, gemelos, isquiotibiales) los que soportan la mayor parte del peso y la tensión que sufren cada día”.

Por eso, si están débiles, acaban desestabilizando la articulación, y el riesgo de que se dañe con cualquier pequeño esfuerzo es bastante alto.

Además de bicicleta, puedes practicar natación, aquagym o caminar. Estos ejercicios fortalecen la musculatura sin sobrecargar la articulación porque son de bajo impacto articular. En ese sentido, es mejor evitar aquellos ejercicios que son de alto impacto como correr o saltar, sobre todo si se llevan a cabo en superficies duras como el asfalto.

Qué hacer en caso de dolor

Si las articulaciones de las rodillas ya te están doliendo, lo primero que debes tener en cuenta es que, pese al daño excesivo que notas, el reposo excesivo no te conviene porque si no mueves las rodillas, sus músculos se debilitarán aún más y eso puedo ocasionar que el dolor sea más intenso.

Para que ello no ocurra, la especialista recomienda fortalecerlos con ejercicios isométricos, en los que se provoca una contracción sin cambiar la longitud del músculo.

Sobre el particular Torra sostiene:

“Esto permite fortalecer la musculatura, pero sin mover la articulación, evitando así la aparición o el empeoramiento de las molestias”.

Si mientras se realizan estos ejercicios se siente dolor, entonces lo mejor es dejar de hacerlos. Una vez los músculos han ganado algo de tono, se puede empezar a mover la articulación con ejercicios en la piscina o pedaleando. Con el objetivo de que el dolor no vaya en aumento, es importante reducir el riesgo de caídas, para ello, guarda las alfombras de casa y usa un calzado antideslizante en los días de lluvia.