Consejos para disminuir el riesgo de infarto

La dieta adecuada, un buen control del peso y de las cifras tensionales, la actividad física, evitar el estrés, los hábitos nocivos como el tabaco, y controlar la glucosa en sangre en diabéticos, son medidas a tener muy en cuenta para disminuir el riesgo de infarto y otros problemas cardiovasculares

disminuir riesgo de infarto
Foto cortesía de Darwin Bell - Flickr.com

En las personas que padecen arterioesclerosis, el colesterol y otras sustancias se acumulan poco a poco en las paredes arteriales. Una serie de hábitos favorecen que aparezca o progrese esta enfermedad, con un componente también hereditario, que explica la coincidencia de casos dentro de una misma familia.
Esos factores familiares no pueden modificarse, nacemos con ellos, pero si podemos actuar sobre los hábitos, cambiando nuestro estilo de vida.

  • TABACO: Presenta efectos claramente perjudiciales para nuestro sistema cardiovascular. La nicotina eleva la tensión arterial y la frecuencia del latido cardíaco, suponiendo una sobrecarga para la función del corazón. Favorece la estrechez de las arterias, por precipitación de trombos o coágulos en las arterias coronarias (vasos que nutren al músculo cardíaco), y eso supone un menor flujo sanguíneo a un órgano que está realizando un trabajo mayor de lo normal.
    Además, esta sangre que le llega al corazón tiene menos cantidad de oxígeno, porque por acción del tabaco en el pulmón, el monóxido de carbono desplaza al oxígeno en los glóbulos rojos. Cada cigarrillo reduce 14 minutos la vida
  • HIPERTENSION ARTERIAL: Es la elevación de forma persistente de la presión sanguínea en las arterias. Sólo en un 15% de casos se puede identificar una causa. En los demás casos, a pesar de no conocer el orígen exacto, si sabemos de factores facilitadores como: La edad (a mayor edad mayor tensión arterial), la herencia (tener familiares hipertensos), la obesidad (perder peso hace disminuir la presión en las arterias), el estrés y la dieta (grasa, alcohol, sal, café...). Es aconsejable moderar el consumo de café a una o dos tazas diarias, y preferiblemente descafeinado
  • DIETA: No es deseable tener cifras de “colesterol malo” (LDL) por encima de 100 mg/dl, sobre todo si se ha tenido un infarto o angina de pecho o se padece de diabetes. Los triglicéridos deben ser inferiores a 200 mg/dl, para ello haremos ejercicio, evitaremos el alcohol y reduciremos peso corporal.
    Los alimentos a evitar son: Alimentos en conserva y salados, leche y yogurts enteros, alimentos o bebidas dulces en exceso, té y café fuertes o bebidas de chocolate, aperitivos salados, patatas fritas o verduras enlatadas, condimentos (extractos de carne, mahonesa, sal), mantequilla de leche, alimentos ahumados y precocinados, croissants y bolleria, pescados fritos o en conserva, grasa visible de la carne, embutidos, etc
  • OBESIDAD: Es importante controlar el peso semanalmente o cada 15 dias, porque su incremento se traduce en un peor control del “colesterol malo” y los triglicéridos. Si existe sobrepeso (valor por encima del 20% del límite superior del rango de peso aceptable) se aplica una dieta de 1000 kcal/día, baja en grasas, eliminando el alto contenido en azúcares y el consumo de alcohol, y con ejercicio físico (andar 30-45 minutos al dia)
  • ACTIVIDAD FISICA: El ejercicio aeróbico no competitivo, practicado con regularidad, es parte de un estilo de vida saludable y reduce varios factores de riesgo como la obesidad, el colesterol LDL, los triglicéridos y la glucemia
  • DIABETES: Esta enfermedad se acompaña de alteraciones en los vasos sanguíneos. Por ello es necesario seguir un control riguroso de las medidas establecidas por el médico, y una dieta adecuada. Las cifras de glucosa en sangre no deben superar los 110 mg en ayunas. Junto con la dieta, es importante realizar ejercicio y ser disciplinado con la medicación (pastillas o insulina)
  • ESTRÉS: Diversos factores actúan sobre la estabilidad emocional del individuo, y puede manifestarse en forma de irritabilidad, estado de abatimiento, intolerancia al ruido, ansiedad, intolerancia a la agitación y al desorden

Conclusión

Para disminuir el riesgo de padecer problemas cardíacos, o de volver a presentar un nuevo evento en pacientes que ya sufrieron el primero, existen una serie de elementos sobre los que tenemos capacidad de actuación, pero todo esto no tiene sentido sin la necesaria implicación del paciente, sin el motor que puede modificar realmente nuestro riesgo: La voluntad.