Hábitos que mejoran tus genes

Ser propenso o no a determinadas enfermedades depende mucho de los genes, lo que se fortalecen y debilitan según los hábitos de vida que adoptemos.

Habitos para mejorar los genes

Las enfermedades no se heredan, la predisposición a sufrirla, sí. Son los hábitos de vida que la persona lleva los que definen esta tendencia. El doctor Manel Esteller, reconocido especialista en genética y director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge en Barcelona, ha identificado estos hábitos capaces de mejorar o dañar los genes.

1Quédate siempre con algo de hambre

La dieta que activa los genes buenos tiene que cumplir dos requisitos:

  • Debe ser equilibrada: debe incluir todos los nutrientes como hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, fibra y grasas, todo en su justa medida, sin excesos ni defectos.
  • No llenarte del todo: la restricción calórica “alarga” la vida, con esto no nos referimos a “pasar hambre”, sino a seguir una dieta sana, pero consumiendo un 25% menos de las calorías diarias recomendadas.

El doctor Esteller sostiene que hoy en día no necesitamos comer lo que requerían nuestros abuelos porque el gasto energético es menor y los patrones alimenticios excesivos pueden provocar modificaciones epigenéticas, favoreciendo enfermedades como la diabetes tipo 2, el cáncer o alzhéimer.

2Limitar las grasas malas

Una dieta rica en grasas saturadas y trans provoca cambios epigenéticos en los vasos sanguíneos, por tal motivo:

  • Favorece la formación de placas de ateroma y de coágulos, aumentando el riesgo de arterioesclerosis e infarto.
  • Existe una predisposición genética a sufrir cáncer de mama hormono dependiente, las grasas saturadas actúan como activador hormonal porque contienen muchos esteroides, aumentando el riesgo de desarrollar el tumor.

3Ejercicio con moderación

Es uno de los pilares para enfrentar la obesidad y el sedentarismo, factores que causan muchas enfermedades. Pero el ejercicio en exceso desgasta los músculos y lo huesos, envejece el epigenoma. Es por ese motivo que los atletas de alto rendimiento envejecen antes.

La actividad física, en su justa medida, consigue que se expresen muchísimos genes protectores. Por ejemplo, todos aquellos que afectan al correcto funcionamiento cerebral, lo que se traduce en una buena memoria. Hay que recordar que el cerebro es el que dirige al resto de órganos. Si el cerebro trabaja bien, los demás órganos también lo harán.

4El tabaco destruye la protección contra el cáncer

Fumar ocasiona todas las patologías respiratorias, provoca enfermedades cardiovasculares y es causa de cáncer de pulmón, de cabeza y cuello, laringe e incluso de vejiga.

Las personas cuentan con 500 genes anticáncer, los mismos que no pueden expresarse por acción de los tóxicos del tabaco. Si bloqueas un gen anticáncer, las probabilidades de sufrir un tumor son mayores. Si la persona abandona el hábito de fumar, puede recuperar una epigenética equilibrada recién en 10 años. Esto será posible si el tabaco no ha llegado a provocar mutaciones genéticas, de ser así, el daño sería irreversible.

5Fortalece tus genes con folatos y vitamina B12

Estos elementos son básicos para que se produzcan los cambios químicos necesarios en el organismo para mantener la epigenética en equilibrio. La epigenética viene a ser el proceso que permite encender o apagar los genes.

Si estos elementos faltan en tu organismo, entonces está expuesto a enfermedades inflamatorias como el cáncer o la diabetes. Si, por el contrario, tienes un exceso, lo que ocurre generalmente cuando tomas suplementos sin ser necesarios, podrías alterar el equilibrio epigenético, favoreciendo la aparición de enfermedades autoinmunes.

Alimentos como los espárragos o las lentejas mantienen tu epigenética en equilibrio.

6Cuidado con el sol y las radiografías

Tomar el sol cuando el verano está en su mayor punto de auge no es recomendable para tus células porque provoca fácilmente cambios epigenéticos que favorecen el cáncer de piel. El exceso de radiación a través de las radiografías también es perjudicial. Según el doctor Esteller, si se realizan más de 10 al año, el daño para las células es superior al beneficio que pueden suponer como instrumento para detectar dolencias.