Formas de protegerse del Alzheimer

Si bien el Alzheimer no tiene cura, existen algunas formas de prevención

Alzheimer
Foto cortesía de kqed

Si bien el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa de la que se desconoce con exactitud cuáles son las causas que la producen y no tiene cura; si existen tratamientos que hacen que la enfermedad sea más llevadera y hay algunas formas de protegerse y prevenir su aparición.

Entre las maneras de prevenir el Alzheimer están:

  • Realizar ejercicio físico
  • De acuerdo a los resultados arrojados por recientes investigaciones efectuadas en la Universidad de Illinois, el ejercicio aeróbico (aquel que necesita oxígeno para originar energía como andar en bicicleta, correr, caminar, nadar, etc.) practicado regularmente, tiene una función cerebral protectora mucho mayor que la del ejercicio anaeróbico (tenis, pesas, etc.). Según William Thies, científico y director médico de Alzheimer's Association, para alcanzar los beneficios cognitivos del bombeo de sangre y oxígeno al cerebro que produce la actividad física, no es preciso practicar ejercicios de mucha intensidad, con realizar actividades de las características mencionadas al menos 30 minutos todos los días, es suficiente.

  • Tener un peso saludable
  • Hay estudios que señalan que las personas con obesidad a mediana edad, son tres veces más propensas a desarrollar Alzheimer mientras que las que tienen exceso de peso corren un riesgo dos veces mayor. Esto se explica en gran medida, porque la grasa que se deposita en el cerebro constriñe los vasos sanguíneos produciendo a la larga la muerte de las células cerebrales y de conexiones vitales para el cerebro.

  • Tener hábitos alimenticios saludables
  • Realizar una dieta saludable reduce las posibilidades de desarrollar Alzheimer. Se recomienda el consumo de frutas y verduras de color oscuro (berenjena, remolacha, ciruelas, etc.) y de hoja verde (espinaca, lechuga, acelga). Así como de pescados ricos en Omega 3, frutos secos, alimentos ricos en vitamina E y B. Y según una investigación publicada en Archivos de Neurología, la Dieta Mediterránea tendría también efectos protectores contra la enfermedad.

  • Consumir antioxidantes
  • De acuerdo a estudios recientes publicados en Estados Unidos, el consumo abundante de vitamina E y otros antioxidantes como las vitaminas A y C, disminuirían el riesgo de contraer Alzheimer y serían la mejor manera de proteger la memoria de la oxidación producida por los nocivos efectos de los radicales libres. La vitamina D ha demostrado al igual que la E, tener un efecto preventivo contra los problemas de memoria y el deterioro de las funciones cognitivas y las capacidades mentales, producidos por la edad o determinadas enfermedades como la aterosclerosis.

  • Controlar las enfermedades crónicas
  • La Hipertensión y los niveles elevados de Colesterol son factores de riesgo en el desarrollo del Alzheimer, aumentando su incidencia en dos veces y media. La explicación es que las células nerviosas del cerebro son destruidas por estas enfermedades crónicas. Así que los problemas cardíacos serían a su vez perjudiciales para el cerebro. También hay evidencia de que la Diabetes tipo II lo afectaría directamente y podría agravar la severidad de la enfermedad.

  • Mantener la mente activa
  • Estimular la mente y mantenerla activa es una de las claves más importantes para proteger el cerebro del deterioro y del Alzheimer. Realizar actividad intelectual como tomar clases, leer, realizar crucigramas, aprender nuevas cosas, ejercita el cerebro y previene del deterioro progresivo del mismo. Hay evidencia que indica que las personas con mayor escolaridad desarrollan la enfermedad más tardíamente, de lo que se desprende que la actividad mental tiene un efecto benéfico y protector contra el Alzheimer.

  • Mantenerse socialmente activos
  • Si bien el tener una vida social activa no implica que las personas no vayan a desarrollar Alzheimer, hay investigación que señala que aquellas personas que tienen una vida social más activa, que se relacionan con los demás, sufren menos deterioro cognitivo que aquellas más solitarias y que permanecen más aisladas. En éstas últimas, la soledad y la angustia aumentan considerablemente el riesgo de padecer la enfermedad en el largo plazo.